martes, 28 de junio de 2011

Impresiones de la procesión del Corpus Christi 2011


Momento en el que el Ilmo Sr. Canónigo D. Agustín Sánchez
Manzanares coloca al Santísimo Sacramento en la custodia procesional.


En estos días de la “octava” del Corpus seguimos saboreando el gran trabajo y la solemnidad de la celebración de esta fiesta de la Eucaristía. Orihuela ha tenido siempre una gran tradición a la hora de celebrar esta liturgia. Allá por el año 1400 es cuando queda fechada la primera noticia que será seguida múltiples aspectos desarrollados con el paso de los siglos: rocas, danzas, gigantes y cabezudos, representaciones de autos sacramentales, música, juglares… todo ha sido parte de una historia grande pero que con el devenir de los tiempos quedó relegado a un segundo plano.



Camión municipal que va esparciendo hierbas y plantas aromáticas como el romero.

La Procesión de procesiones debe estar acompañada, dentro de la sencillez que establecen los nuevos cánones litúrgicos, de signos externos que digan que algo y alguien importante van a pasar por las calles de nuestros pueblos y ciudades. Las colgaduras, cobertores, cubre-balcones y demás exorno para recibir al Santísimo Sacramento del Altar. Unimos a ello la calle llena de hierbas aromáticas y flores al paso de la carroza procesional.




Fachadas del Palacio Episcopal (que estrenaba nuevos cubrebalcones) casas señoriales y del casco antiguo engalanadas con cobertores y banderas de Espña a lo largo del recorrido procesional por el que pasará el Santísimo Sacramento del Altar.

Abriendo el cortejo que preside la Hostia blanca, pura e inmaculada unos niños, que más inocente y puro que un niño, bailando unas danzas de cintas y anunciando que es fiesta, que bailan para el Señor.

Y por supuesto una procesión de mucha participación. Entidades religiosas, parroquias, niños y niñas de primera comunión, clero local, seminario, cofradías, asociaciones festeras. Aquí queda reflejado la procesión “estamental”, no como la definición del Antiguo Régimen de separación de grupos sociales sino como reflejo de la unidad de todos en torno a una misma mesa y altar.

Un espíritu barroco inundó la Orihuela mediterránea. Se volvieron a dar, por unas horas, estos dos aspectos que siempre han definido a esta ciudad de este “viejo rincón levantino”. Barroco por el esplendor, por los medios desplegados, por la solemnidad demostrada y por lo efímero, fugaz y fungible de la celebración. Mediterránea, como siempre y como nunca, en la calle, con el sol del verano, la luz inundando las plazas, el sol dorando las piedras de los vetustos monumentos, el cielo azul, la fiesta y el pueblo en la calle.


Altares instalados en la Plaza de las Cadenas (Cristo Salvador S.XVII) y en la calle San Pascual (Niño Jesús Redentor S. XVIII).

Muchas eran las personas, mayores y avanzadas en edad, que no recordaban este despliegue y esplendor. Que no recordaban los altares ni las danzas. Sin embargo se hacían en Orihuela en los siglos XVII-XVIII. Lo que nos demuestra que entre el siglo XIX y XX terminó de liquidarse parte de esas fórmulas de la religiosidad popular tan abundantes en otros pueblos, sobre todo de la geografía andaluza y tan próximas y semejantes como el gran Corpus de la capital del antiguo Reino de Valencia.


Niños del colegio Jesús María que recuperaron los tradicionales bailes de las cintas. Abrieron el cortejo procesional y bailaron ante los altares efímeros instalados.

Ahora solo dos cosas: nuevamente felicidades a los organizadores, promotores y hacedores por su iniciativa de RECUPERAR (que no hacer nuevo) nuestras tradiciones y seguir trabajando para que el año que viene sea un poco mejor.



Carroza procesional precedida por el Cabildo Catedral y clero local. La imagen siguiente es parte de la comitiva de las distintas cofradías de Semana Santa.

Ya hay entidades y asociaciones interesadas en colaborar y seguir haciendo de esta Solemnidad del Corpus Christi oriolano un referente en la puesta en valor del patrimonio material, psicológico y espiritual de nuestra tierra.



Momentos de la parada estacional ante el altar de la Archicofradía de Ntra. Sra. de Monserrte, Patrona de Orihuela.


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